28 octubre 2008

La negociación requiere paz social


¿Y si en Irlanda hubieran legislado para ilegalizar a los partidos relacionados con el IRA, es decir el Sinn Fein por parte del terrorismo de signo católico o del UDF por parte de los unionistas protestantes? Claro que se presupone que cada partido hacía política electoralista y una campaña obsesiva contra el Gobierno que intentaba negociar con el IRA católico y el UDF unionista protestante. Se supone que no había manera de ponerse de acuerdo.
Si Margaret Thatcher hubiera obrado como el PP, seguro que no habría habido acuerdo alguno, y no hubiera propuesto la posible reunificación del Norte y del Sur, si ésta era la decisión mayoritaria del pueblo irlandés. Si John Major hubiera descargado toda su artillería mediática y parlamentaria, haciendo las mismas preguntas en el Parlamento durante 4 años, difamando, desacreditando, mintiendo, atacando, sin pausa, sin buscar acuerdos, a pesar de haber hecho ellos lo mismo durante el Gobierno de Aznar, como prueba de una hipocresía irresponsable. Es evidente que hubiera sido imposible negociar con el IRA si el Sinn Fein, rama política, si ésta hubiera sido ilegalizada. Y si Ian Presley, acérrimo enemigo no sólo del IRA sino del Sinn Fein y de los propios católicos, cual Rajoy en plan AVT, se hubiera mantenido en sus trece, pues sencillamente no hubiera habido negociación, y todavía se estarían matando, y los barrios católicos y protestantes hubieran seguido incomunicados, y la policía inglesa seguiría atacando a los católicos, y el odio visceral entre las dos comunidades hubiera permanecido vivo, y la mayoría de católicos seguiría en el paro y la ciudad de Belfast no habría mejorado.
Todo esto para llegar a la conclusión de que otro gallo nos cantaría en el Estado español, si no se hubiera aprobado una Ley de Partidos que pone las bases para ilegalizar partidos independistas, olvidando el derecho fundamental de los votantes para seguir votando a los que ellos consideran sus representantes, siempre que no sean reos directos de terrorismo; si hubiera habido por parte del PP una oposición más positiva y humilde dejando la iniciativa al gobierno legítimamente elegido, que gozaba además de un mandato del Parlamento del Estado para negociar con ETA. El objetivo era claro: terminar con el terrorismo y conseguir definitivamente la paz que todos ansiamos.
¿Qué sucede ahora? Que el terrorismo sigue, que los asesinatos continúan, que hay violencia y algaradas, y miedo, incertidumbre, intranquilidad e inseguridad en la ciudadanía, y hartos de que no se termine de una vez.
La última muerte en Irlanda fue la de una joven católica de 17 años por el “crimen” de haberse enamorado de un joven protestante. Los fanáticos unionistas la sentenciaron y ejecutaron, pero a pesar de todo continuaron siempre con el objetivo de acabar definitivamente con las muertes injustas, una vez que se impuso una tregua por ambas partes.
En Euskadi también ha habido una última muerte: la de un brigada, como hubieran podido ser otra persona, o varias. Y esto es lo trágico: es vergonzante que quienes se llaman miembros de la izquierda abertzale asesinen indiscriminadamente, ni siquiera con juicio (que tampoco), condenando a la pena capital sin más, a cualquiera que pillen por delant
e. Es una manera de desacreditar a los que intentan buscar unas vías de negociación. Y no creo que Gerry Adams, líder del Sinn Fein, les apruebe este acto de cobardía e ignominia. No puede ser nunca el camino a seguir para solucionar el conflicto vasco porque son ellos los principales enemigos del posible acuerdo: no se puede negociar con muertes indiscriminadas de por medio y ha de haber un compromiso serio de no seguir con los actos terroristas y criminales que no pueden ser consentidos por cualquier demócrata consecuente.